martes, 17 de marzo de 2015

La pequeña libreta gris








Serendipia

Todo estaba dibujado en la pequeña libreta gris que llevaba en el bolsillo de su pantalón, aquella libreta le había acompañado desde la adolescencia y había sido testigo de sus momentos de inspiración, de su vocación, no podía extraviarla. Volvió sobre sus pasos con la esperanza de encontrarla y descubrió a una joven hojeándola:
-Disculpe, esa libreta es mía ¿Me la devuelve?
-Claro, la he encontrado en el suelo y no he podido evitar...dibuja Vd. muy bien.
-¡Bah, garabatos! ¿Entiende Vd. de esto?
-No, escribo cuentos para niños ¿Cree en las casualidades?.


Memoria

Todo estaba dibujado en la pequeña libreta gris que llevaba en el bolsillo de su pantalón, la fachada de una casa modernista, un perro flaco, una bicicleta, un enorme pastel de manzana. Aquel anciano menudo y enjuto lo había olvidado todo, había llegado a la residencia con un diagnóstico de Alzheimer avanzado pero, para la Doctora Casas, aquella libreta plasmaba más que simples dibujos, parecían pertenecer a su pasado, a su infancia e iba a usarla para tirar del hilo de la memoria de Andrés, aquel hombre que le recordaba tanto a su padre.


El testigo

Todo estaba dibujado en la pequeña libreta gris que llevaba en el bolsillo de su pantalón, cuando el comisario Márquez iba a empezar el interrogatorio la sacó y la dejó sobre la mesa. El comisario no daba crédito, aquel hombre era mudo y había hecho una descripción perfecta de todo lo que sabia en aquellas hojas sucias y manoseadas.
-Entonces ¿Reconocería Vd, al asesino?¿Podría dibujar su rostro?
El testigo pasó las hojas nervioso y justo en la cara interna de una de las tapas había dibujada una cara que al comisario  le resultó familiar, sin duda era él, era un dibujo a carboncillo del guarda forestal. Cruzaron una mirada que no necesitó palabras.







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