Con un poco de suerte

Soy un niño de guerra, soy un niño de hambre, soy un niño semilla del odio, del rencor entre hermanos, soy un hijo de la lucha entre adultos a los que se supone debo imitar. A veces tengo hambre, a veces tengo miedo, a veces tengo frío. No entiendo lo que pasa, nadie me explica, solo veo las caras de los mayores y me envían señales confusas. Me gusta jugar con las piedras, con los cristales rotos, juego entre los hierros retorcidos y oxidados, a veces me hago daño pero se cura, soy fuerte, muy fuerte y no lloro. Mi madre si llora pero yo no, no sé llorar.

Tengo amigos, ellos tampoco lloran pero a veces se van y no vuelvo a verlos, mi madre me dice que se convierten en estrellas asi es que yo, por las noches, cuando todo el mundo duerme y no les despiertan las bombas, los soldados con rifles o el dolor de estómago porque está vacio, voy a ver las estrellas y juego a que las cojo y me las guardo en el bolsillo, después, las meto con cuidado en una caja de zapatos que encontré en una casa abandonada para jugar con ellas cada vez que quiero. 

Un día le pregunté a mi madre si yo también me convertiría en estrella como mis amigos y volvió a llorar, me quedé callado mirando aquel líquido transparente que resbalaba por su cara, otra vez, no en
tendía nada. Ella siempre dice que debería dejar de jugar entre el estiércol, que tengo edad para ir a la escuela, que debería aprender a leer y escribir pero, por suerte, donde yo vivo ya no hay escuela, ahora es un lugar en ruinas donde jugamos al escondite.  

No quiero ser mayor, los mayores están locos, hacen cosas extrañas. Yo quiero ser un niño de estrella como mis amigos, me aburro aqui. Con un poco de suerte otro niño como yo se tumbará en el suelo por la noches y cogerá estrellas, las meterá en una caja de zapatos y por fin podremos jugar, con un poco de suerte hasta podremos trepar a un árbol, coger manzanas y comer hasta no poder más.
Con un poco de suerte nunca tendré que ir a la escuela, con un poco de suerte nunca seré mayor.