sábado, 5 de diciembre de 2015

España, camisa blanca.





Últimamente, todos nuestros representantes políticos se prodigan por platós, mítines y demás lugares públicos, con su camisa blanca correspondiente, haciendo ostentación de esta prenda como si el sólo hecho de llevarla ya fuera garantía de algo.
Los hay que la llevan por dentro del pantalón, perfectamente abotonada, los hay que la llevan arremangada para dar una imagen "proletaria" y los hay que la llevan por fuera, imagino que con la intención de parecer más enrollados, más..."guay".
Debo admitir que es un buen consejo por parte de los asesores de imagen, las camisas blancas favorecen y pueden hasta "vender la moto" pero aquí la que suscribe ya es difícilmente impresionable y no, ya no tengo suficiente con la apariencia, lo que me importa, lo que busco, es la esencia. 
Señores políticos, no se trata de ver quien la lleva más blanca, mejor planchada o con más estilo, esto no es un anuncio de detergentes, aquí nos jugamos el futuro de un país cansado de promesas que se lleva el viento, un país cansado de sentirse estafado y ninguneado, cansado de sentirse explotado y que necesita un empujón hacia adelante cuanto antes. 
No se trata de aparentar ser limpio,  sino que además hay que serlo, hay que jugar limpio. 
Según los estudios del color, el blanco es verdad, exactitud, pureza y honestidad, casi nada. Atreverse con el blanco para demostrar que uno posee todas estas virtudes no es cualquier cosa y, si se es político, uno debería estar moralmente obligado a mantener ese blanco impoluto del que ha hecho alarde. 
Y es que el problema con el blanco es que, con el uso, ese blanco que un día fué radiante, tiende a amarillear y en el peor de los casos puede mancharse y sepan ustedes que hay manchas que no salen, que quedan ahí para siempre y nosotros, los ciudadanos, los que les votamos, no estamos dispuestos a frotar cual ama de casa abnegada. 
Créannos, tenemos el poder y somos capaces de cambiar sus atractivas y resultonas camisas blancas por otras negras, de flores, de cuadros, menos adecuadas, menos serias pero más plurales, más de auténticas, más de verdad.



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