martes, 10 de abril de 2018

No, no quiero ser como Beckham.







Metrosexual: Hombre urbano (homosexual, bisexual o heterosexual) cuyos intereses recaen en el consumo y el cuidado personal. Se describe a David Beckham como un estandarte de la metrosexualidad.

Mi novia está muy pesada con el tema y he tenido que buscar en la Wikipedia para saber qué narices era eso. Ella insiste en que los hombres de ahora no son como lo de antes, dice que los hombres de ahora se cuidan más, se ponen cremas de día, cremas reparadoras de noche, van al gimnasio...¿al gimnasio? ¿pero tú me has visto a mí cara de tener ganas de sufrir sin motivo?

Confieso que una vez lo intenté. Recuerdo que me preparé la bolsa como si fuera un adolescente en su primera excursión sin padres: Gel, champú, peine, gomina, toalla, chanclas, crema pre-agujetas, crema post-agujetas, casi no podía cerrar aquel macuto. Al llegar a la recepción del “Gimnasio Gervasio Sports Club” (que digo yo que con un nombre más corto no hubiera pasado nada) una señorita muy amable me dio todas las explicaciones pertinentes para “disfrutar” de las instalaciones (¿Disfrutar? ¿Ha dicho “disfrutar”?).

Me agencié un pase para usar todos y cada uno de aquellos aparatos del demonio y una llavecita de taquilla. Entré en el vestuario como si entrara a un universo paralelo, aquello no eran humanos eran extraterrestres, era imposible que perteneciéramos a la misma especie. Me observaban, me miraban de reojo y yo a ellos, claro. Como pude, me coloqué el flamante equipo de fitness que me había regalado la parienta (digo “cómo pude” porque por algún motivo era dos tallas menos de la que uso) y después de dejar mis cosas en la taquilla, salí a inspeccionar. Había máquinas para todos los gustos pero lo cierto es que yo no tenía ni idea de para qué servía la mayoría de ellas, excepto una, una de ellas sí me era muy familiar, la bicicleta estática y me era familiar porque en casa de mis padres siempre había habido una que, por cierto, acabó de perchero para plantas colgantes en el jardín de la casa, la verdad es que el efecto quedaba un poco “marciano” pero original era un rato.

Se me debió notar que estaba muy perdido porque de pronto un chavalote de 1.90 con músculos marcados en lugares del cuerpo que yo no sabía que existían, se acercó hasta dónde yo estaba y me preguntó si necesitaba ayuda. Tenía dos opciones; dármelas de sobrado y decir que sólo estaba echando un ojo o decir la verdad, que era la primera vez que pisaba un gimnasio, bueno, un "gym" que es lo mismo pero en inglés.

Al principio hize lo que pude para conservar la dignidad pero pasadas unas cuantas “series” (como ellos las llaman) y varios aparatos empecé a perder la compostura y a parecer Sylvester Stallone en el último combate de “Rocky”, una piltrafa humana.

Lo intenté, prometo que lo intenté pero salí de allí como si me hubiera atropellado un tren de mercancías cargado de troncos de olivera centenaria, me dolía hasta el pensamiento y además estaba la humillación de reconocer delante de aquellos cuerpos musculados y perfectos que yo era un gordito feliz y que eso del gym no estaba hecho para mí.

Lo peor fue decirle a mi novia que no iba a volver después de haber pagado la cuota anual, casi me mata y creo que no lo hizo porque al ver mi aspecto tan deteriorado se apiadó de mi. Para tranquilizarla le dije que lo intentaría en casa y claro, para Reyes me compró unas mancuernas. Una mañana me cayó una en el dedo meñique y lo tuve escayolado 20 días. Todo eran señales, yo no habia nacido para la gimnasia.

Con el tiempo ella dejó de insistir en el tema pero ahora empieza a contraatacar con otro, la depilación.


¿Quéee? No, no, y no, eso sí que no. Por ahí no estoy dispuesto a pasar, tengo hermanas, sé lo que se sufre, las he visto en el baño ponerse ese pringue pegajoso y caliente sobre el vello y después estirar y gritar como si te arrancaran la piel a tiras.

Mira cariño, si ser metrosexual supone someterse a una tortura, si ser metrosexual supone no comerme un "blanc i negre" y una cervecita fresca para almorzar, si ser metrosexual supone ser como David Beckham, no, no quiero ser como David Beckham y siento decirtelo así cariño, te quiero pero reconoce que tú tampoco eres una Spice Girl.


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