miércoles, 5 de septiembre de 2018

Diario de una lucha: La quimio.


Si estas leyendo esto te acabas de convertir en mi cómplice. Este blog me va a servir de sumidero de tristeza, rabia, dudas y miedos y también de desahogo y por eso no voy a compartir estas entradas en ninguna red social, a eso me refiero cuando escribo que 'eres mi cómplice', estás leyendo un diario al que, de algún modo, su dueña ha "olvidado" guardar bajo llave pero lo conserva en un cajón, no lo ha dejado en el banco de un parque. 
Hace mucho que quería empezar este diario pero no encontraba el momento. Es posible que algún día recapitule y me sienta con ganas de revivirlo todo desde el minuto uno pero por el momento no, no lo voy a hacer. 
La cuestión es que a mi y a los míos la vida nos ha dado una buena bofetada y yo, aún estoy girando debido al impacto.
Hoy la acompaño a la 7ª sesión de quimio. Está enfadada porque los niños no la dejan dormir, quieren compartir cama con papá y mamá y una cama de 1.50 no da para tanta gente. Ella ha advertido al ATS mientras le ponía los goteros de que estaba "de mala hostia" y él a bromeado diciendo "Uf, entonces hoy me he equivocado de paciente", hemos reído.
Tiene sueño y ha reclinado el sofá relax para dormir un poco, he aprovechado para bajar a desayunar.
Llueve en Valencia, el olor del asfalto mojado después de la canícula lo impregna todo. 
En el bar, frente al edificio, comparten barra profesionales del hospital, acompañantes de enfermos y algún que otro paciente que se escapa en bata. El camarero es un tipo simpático aunque está excesivamente eufórico o al menos me lo parece (reconozco que es posible que influya mi estado de ánimo en la percepción que tengo de él). 
De vuelta, la sala está más concurrida, llena de hombres y mujeres de todas las edades enganchados a la vida en forma de bolsas de varios tamaños con líquidos de distintos colores . Solos, acompañados, leyendo o dormitando, algunos miran resignados de reojo esas bolsas confiando en que contengan el alivio de su mal, la curación de su cáncer. A veces, las máquinas emiten unos soniditos muy peculiares, son avisos a los que los técnicos acuden rápido y siempre con una sonrisa. Entonces pienso en lo vocacional de la profesión.
Tras la sesión hemos ido a ver a la psicooncóloga. Mientras espera su turno me dice :"Yo estoy bien"  pero la verdad es que ha estado un buen rato. La psicóloga le ha dado unas pautas para tratar el tema con sus hijos, especialmente con el mayor de 3 años que ya se da cuenta de todo. También le ha preguntado cómo estamos los demás y no he podido evitar emocionarme cuando me lo ha contado pero ella no se ha dado cuenta ¿qué cómo estamos? estamos en estado de shock, es cómo una pesadilla de la que no puedes despertar y en la que incluso te habitúas a vivir. Aguantamos el tipo porque ella nos da la fuerza ¿no es una paradoja?
Después hemos ido de compras, se ha comprado un vestido, ha ganado peso por el tratamiento pero no le importa, tiene confianza en que volverá a ser la que era. El próximo miércoles vamos a por la 8ª, temo que llegue esa sesión que la deje más tocada, no se qué haré si eso pasa.

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